15/11/10

SINFONIA DE SEDUCCION




Se ha comprobado científicamente que la música, puede alterar el estado de ánimo, induciéndote a la violencia o calmándote; cambiando tu modo de comer e incluso de trabajar. Así que, abstrae o provoca, altera o apacigua y así, también, aquello que no definimos como música, sino como sonido, ruido, etc., puede llevar a crear emociones de cualquier tipo.


Pienso entonces en lo que siento cuando la correa de Severo, sisea en el aire, emitiendo ese sonido que subleva mis sentidos. Y pienso en el sonido que emite cuando impacta en mi trasero, y cuando este se confunde con el dolor, la entrega y la excitación, y entonces, ese sonido, se convierte en una sinfonía con cientos de notas complicadas y bellísimas que alteran todo mi ser, apartando ese dolor y a la vez, implicándolo y extendiéndolo. 



Pienso también, en cuando, amenazantemente, blande su vara ante mí para recordarme su poder, enseñándome complacido, el objeto elegido para el castigo. Y ese sonido más que sublevar mis sentidos, los remueve y altera sin tregua alguna, llevándome a sentir verdadero pavor.


 
¿Y qué decir de aquellos que tan solo los oyes cuando impactan sobre ti? Cuando su sonido te envuelve y tu cerebro te hace revelarte o acatar, quedarte quieta o intentar huir, gritar o callar, omitir tus sollozos o dejarlos salir torrencialmente…



Aún así, después de todo lo descrito sobre los efectos que me producen  estos objetos y su “musicalidad”, nunca podrá compararse lo que siento, ante la melosidad con que Severo emplea su voz, cuando su ser Spanker aflora y con su voz dura e intransigente y a la vez pacada y armoniosa, me anuncia que necesito un correctivo… entonces, y solo entonces, es cuando entiendes el poder de la música en tus sentidos.

Verita{S}

12/11/10

EL VOLCAN Y LA VARA




Imaginad una vista aérea, desde donde se aprecia la inmensidad del mar, una isla boscosa y coronándola, un volcán.
Acerquémonos lentamente abandonando la vista anterior y así, la inmensidad del mar disminuye, convirtiéndose en una apacible playa, el bosque en árboles verdes y frondosos y el volcán, por el contrario, no disminuye ni cambia su aspecto, sino que impera amenazante, aunque parezca dormido.
Así puede ser a veces mi “normalidad”.
Vista de lejos, idílica, como una vista aérea de postal, después te acercas y puedes sentir el calor de la playa e incluso el tacto de la arena, tranquilizando y dando calor a quien amo, puedes sentir que el bosque te protege y así, confiar en mi estabilidad… pero, de repente, el volcán estalla, explota, ruge y vomita… y entonces, y solo entonces, lo único que puede acallar tanta violencia es tu Spanker, restaurando la devastación que ha quedado después del desastre, como solo él puede, debe y sabe hacer.
Un día idílico como el de ayer, de repente, sin previo aviso, con las hormonas desbocadas por la menstruación, mi reacción desmesurada ante un hecho insignificante, desató el desastre y el resultado es más devastador que mi propia reacción.
Sufriré el castigo por lo acontecido con el dolor y repulsa que me produce tanto el hecho como sus consecuencias.
Aún así, hay algo que odio en esta vida muchísimo más que “ser un volcán”: sufrir el devastador dolor que produce ese odioso objeto en las manos de Severo.

Verita{S}