23/12/10

Felices fiestas


 



12/12/10

ANECDOTAS



La risa
Estás en plena regañina, cabizbaja, avergonzada, temiendo lo que se avecina delante de Severo y de repente e incontrolablemente, surge una risa, que con una explosión inusitada, se convierte en carcajada, y más nerviosa estás y más te ríes, así que, temblando por el poder de tus emociones, tratas por todos los medios de los que dispones, mentalmente, de disiparla, pero nada lo logra, hasta que su voz sensual, irónica y profunda, se abre paso a través del sonido de tus carcajadas, diciendo -“¿te estás riendo, Verita?” Ese y solo ese, es el detonante que me frena, me calma y estabiliza mi hilaridad nerviosa, y entonces, y solo entonces, puedo dejar de reír… para acabar entregando lo contrario de la risa: lágrimas y más lágrimas que al final, siempre, acaban convirtiéndose en sonrisa. 


La peluquería
Decido que necesito un cambio de look. Severo decide que yo no necesito nada y yo no decido nada. Me aconseja a que no me atreva, sin su permiso, a hacerme ningún cambio en la melena o lo pagaré muy caro. No importa, pienso, puedo vivir sin ese cambio que necesito.
Pasan una o dos semanas después de esta conversación y… ¡Oh!... Peluquería abierta, una hora libre…. impulsivamente, entro.
Cuando llego a casa, entusiasta con mi nuevo corte, sintiéndome guapa para mi amor… ya me está esperando con el rebenque en mano (tonta que es una, que lo he llamado desde la peluquería por si me retrasaba) y sin dedicarme una mirada de complacencia, lo único que me dice es: ¿acaso tenías permiso, Verita?, desnúdate inmediatamente para recibir tu castigo.
Después de una azotaina realmente dura, mientras me gravaba a fuego en mi cerebro (y en mi trasero), que sin su permiso no hay impulso que valga, al final ha dicho (¡muy al final!) -“Por cierto, mi amor, te queda muy bien y estás guapísima…has hecho bien en contártelo”.


La gran idea
Acabábamos de hacer el amor. Intensamente, relajadamente, efusivamente, con ritmo y sin prisa. El tiempo nos pertenecía, dado que teníamos todo el fin de semana totalmente para nosotros. Una vez finalizada nuestra intensa maratón de sexo y lascivia, mientras el humo de nuestro cigarrillo se mezclaba en nuestra conversación, mientras mimábamos nuestro instante, abrazados, tuve la gran idea de pedir a Severo un deseo…
Necesitaba comprobar si conseguiría superar mi miedo atroz a la vara y me sentía realmente preparada para corroborarlo en ese instante, así que, con convicción renovada, le pedí que me diera cinco varazos… sólo cinco.
Él, sonriendo, me dijo: “¿cómo no?, premio tu gran valor al pedírmelo y seguir deseando superarte día a día, pero… esto… Verita, has cometido un gran error: a tu Spanker jamás puedes limitarlo con un número concreto, así que, cumpliré tu deseo, pero el número de azotes que vas a recibir, lo decido yo, lógicamente”.
Mi gran idea, se fue por la borda, cuando el cinco fue acompañado de un cero. Aunque, reconozco que, Severo supo ser magnánimo y me castigó con sublime sensibilidad y exquisitez.
Mi Spanker... ¡Que hombre!

Anécdotas diarias, vidas corrientes, que no lo son. Nuestro mundo intacto. El deseo cada día mayor y más profundo: el deseo de ser y sentirnos como somos y como deseamos vivir.
Renuevo mi voto como Spankee, día a día.
La poesía y la belleza, siguen estando en la cotidianidad vivida especialmente…

Verita{S}