Agua, líquido, fluido, jugo, lágrima, linfa, sudor, esperma, orina, saliva…
Me expando, como un imperio, como una noticia, elevo la temperatura del radiador y me dilato, me fundo, me volatilizo. El calor de mi cuerpo… la suma de la energía cinética de todas sus moléculas.
Amo el invierno. Sigo empapada (en todos y cada uno de los sentidos). Amo a ese sol piadoso, a esas nubes grises, a esa lluvia protectora y romántica.
Soy azotada duramente y lloro.
Y mis lágrimas se mezclan con el sudor. Pero este sudor es tenue, soportable, amigable, tranquilizador.
Y aún mezclándose con mi flujo, con mis ganas de orinar, con mis ganas de beber, sigue siendo invierno y es mi momento. Mi pausa. Mi tranquilidad.
Sigo babeando entre mis sollozos y súplicas. Soy llama ardiente y soy fuego, pero, serenamente, sin llamaradas, sin ostentación.
Es invierno.
Cuando acaba la disciplina, entonces, viene el frio calentado por los besos, las caricias, el temblor de mi piel, controlado, presente, vivo.
La oscuridad añorada está aquí, el frio y los correazos que calientan pero no aumentan el calor, también.
Y después, llega la ducha, caliente, calmante, relajante.
El invierno me mima. Y Severo me mima. Y yo soy nieve, frío, árbol sin hojas y tiempo de paz.
Y me dejo llevar…
Aléjate de mí, verano árido y temible, deja que mi invierno, me siga dando un respiro.
Pero tú, mi amado Spanker, no dejes nunca de castigarme. Porque sigo necesitando el fluido, la saliva, las lágrimas, el sudor del miedo y del dolor, para recordar siempre, quien sigo siendo junto a ti.
Hazme llorar y aléjame del radiador y deja que el frio me envuelva y entonces dame el calor invernal que necesito como tú solo sabes dármelo.
Verita{S}